LA SONRISA
De mi cofre de infinitas fantasías no alumbradas....
Había una vez una muchacha triste. Tan triste que se había
olvidado como sonreír. Todos a su alrededor hacían lo
imposible por sacarla de su lamentable estado, pero sus
esfuerzos eran infructuosos. Una noche, cuando el sueño
había vencido sus párpados, se le apareció el hada de un
cuento de su infancia que su abuela solía relatarle cuando
algo la acongojaba. El hada en cuestión tenía habilidades
muy especiales ya que venía del País De Los Deseos Cumplidos
que queda en una galaxia vecina a la nuestra. Llegó el hada
y sin decirle palabra alguna la apuntó con su varita mágica
y la muchacha despertó. A continuación hizo un extraño
gesto apuntando a la luna, redonda como un plato, que asomaba
por la ventana y un sendero de luz lunar se extendió frente
a ambas. El hada lo señaló y la muchacha supo que debía
levantarse y comenzar a transitarlo. El hada iba adelante. Fue
un viaje raro, pues no era necesario caminar, era el sendero el
que se deslizaba, como si fuese una cinta sin fin. Debieron haber
recorrido un largo camino hasta su fin, entre infinidad de estrellas
de todos los tamaños y colores porque el lugar al que llegaron nada
tenía que ver con este mundo nuestro. Era curioso y bello, bellísimo,
con pájaros multicolores de sedosos plumajes, y con una vegetación
exuberante con flores y frutos enormes que jamás había visto.
El perfume que se desprendía era intenso... hermoso.
Corría una brisa suave y fresca con brillitos de colores que hacían
relumbrar todo el bosque. Una música de mbiras y koras parecía oírse
a los lejos...
Comenzaba a sentirse curiosamente bien, la tristeza parecía menos
pesada a medida que avanzaba, siempre detrás del hada.
Recorrieron un largo trecho, ella caminaba sobre un suelo que
resultaba mullido por el tapiz de hojas y pasto y el hada ni apoyaba
sus piececitos en el suelo... se deslizaba de a saltitos, de rama en rama.
Por fin el hada se detuvo y señaló con su varita en la dirección en
donde se abría un claro Y allí estaba ella, la reina de las hadas,
sentada en un trono de amatistas y diamantes engarzados en exóticos
metales de inusual colorido y textura. La reina la miró
fijamente y luego con una voz que recordaba el sonido de las
caracolas al acercarlas al oído, le dijo: - “Se que eres
una muchacha triste... eso no está bien, las mujeres son la alegría
del mundo, no estas cumpliendo con aquello para lo cual te han dado
la vida... Tenemos que solucionar eso inmediatamente, porque el
Universo entero pierde su armonía cuando hay mujeres tristes. Por
eso voy a darte algo que va a hacer que todo aquel que te mire te
sonría con afecto y simpatía y recibirás tantas sonrisas que el contagio
será inevitable y tu también sonreirás y la tristeza te abandonará para
siempre, porque las sonrisas que nacen del corazón son el mejor
espanta-tristezas que se conoce en esta y todas las otras galaxias.”
Entonces extendió su mano y entregó al hada que se había ubicado
a su lado, un pequeño cofre...
-“Y deberás recordar siempre este encuentro aunque lo mantendrás
en silencio. Alguien, a quien yo dejaré instrucciones, lo contará un
día lejano por ti, pero como un cuento, para que la gente crea que
solo se trató de una fantasía - no podemos recibir a todas las
muchachas tristes de tu mundo porque no tenemos suficientes
espanta-tristezas - y para que tengas siempre presente esta condición
que te impongo te daré algo más, que llevarás contigo y te
recordará tu paso por este planeta verde de bosques encantados
y nuestro amoroso encuentro.”
Dicho esto, el hada trazó en el aire un círculo con su varita
y todo alrededor pareció desvanecerse en un instante.
Ya no estaban la reina de las hadas, ni el planeta verde de bosques
y tampoco había camino de luz lunar para volver.... ¡Y ni rastros
del hada de la infancia! Sólo infinitas lucecitas multicolores que
parpadeaban en medio de la oscuridad del cuarto produciendo un
curioso resplandor intermitente..
Cuando salió del estado de estupor, la muchacha intentó encender
la luz del velador, pero chocó con algo frío que estubo a punto de
caer al piso pero alcanzó a rescatar justo cuando se deslizaba por el
borde de la mesa. Volvió a intentarlo con más cuidado, tanteando,
y ya con la luz tenue encendida pudo ver el objeto con que habían
chocado sus dedos....
Desde un extremo de la cómoda, su abuela, a quien había perdido hace
años, le sonreía plácidamente desde aquella foto vieja que había hecho enmarcar, unas semanas atrás, porque la extrañaba más
que nunca.
¡Y ya nunca mas volvió a ser
una muchacha triste!
(Este post continuúa debajo del separador...)
EL COLLAR DE LAS SONRISAS QUE LA REINA DE LAS HADAS OBSQUIÓ A LA MUCHACHA TRISTE
LA PULSERA DEL PLANETA VERDE DE BOSQUES ENCANTADOS
Y colorín colorado.....
¿Te gustó?
Sí, me gustó.
ResponderEliminarA partir de ahora queda terminantemente prohibida la tristeza.
;-)
Saludos
¡Qué bueno que te haya gustado,María Luz! La tuya es una opinion muy valiosa para mi. Suscribo: a partir de ahora queda terminantemente prohibida la tristeza. ¡Abrazooo!
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